viernes, 8 de marzo de 2013

Epístola desde el Apocalipsis [Relato]

Una redacción de hace unos meses... (La he cambiado el título, casi no tenía que ver)


Me encuentro aquí, escribiendo lo que pueden ser mis últimas palabras. Después de casi veintiocho años de mi existencia y de más de 4500 millones de años de existencia de la Tierra, puede que me encuentre ante el fin de este planeta, y con ello de la raza humana tal y como la conocemos. Puede que no sirva de mucho este escrito que trataré de enviar a mis ancestros tan rápido como lo termine. La tecnología de nuestro tiempo nos ha permitido lograr los primeros viajes por la dimensión tiempo, pero son viajes muy inestables en los que sería imposible embarcar a un humano. De hecho no estoy seguro de que este envío se realice, pues necesita una gran cantidad de energía que no se si dará tiempo a almacenar.
Lo que es cierto es que algo ha ocurrido, y algo muy grave. El ser humano ha centrado su esfuerzo y tecnología en lograr estos viajes temporales, que de manera incompleta hemos realizado. Lo que nunca nos habríamos imaginado es que algo así fuese a suceder. A día 15 de diciembre de 2025dC, un gran espacio de vacío absoluto del tamaño de la luna se acerca inexorablemente hacia nosotros. Ya se conjeturaba allá por el 2002 el poder de la inexistencia de materia, mas nunca habíamos centrado ningún esfuerzo en su estudio, pues se consideraba por aquel entonces completamente imposible. Debido a la ingenuidad del ser humano, hoy nos enfrentamos a la inminente desaparición de todo el Sistema Solar. Al encontrarnos en el centro de este sistema, ni nuestras colonias más lejanas, allá por los satélites de Júpiter tienen tiempo material para huir...

El fin se aproxima, y hoy, a 28 de diciembre de 2025dC, me encuentro escribiéndote estas líneas en el penúltimo día de la humanidad, para compartir contigo algo completamente inesperado:
El anuncio del fin del Sistema fue emitido hace 8 horas. Los líderes mundiales alegamos el retraso a la inexistencia de pruebas fiables, pero la razón es muy distinta. Temíamos lo peor. Un estado de anarquía amenazaba con imponerse en los últimos instantes de la civilización. Se había decidido por mayoría no alertar a las multitudes hasta que el desastre fuera palpable, pero me pareció injusto y tomé la iniciativa. La gente tenía derecho a saber que su final se aproximaba, bien para encomendarse a sus dioses, bien por ajustar sus cuentas... Me armé de valor y salí a la calle arriesgando mi vida y la actual sostenibilidad del sistema. ¿Y sabes qué ha pasado?

Nada.

Los gobiernos ya habían llamado a los ejércitos a las armas, temiendo olas de atentados y muertes... Y nos encontramos ante el suceso más extraordinario ocurrido a la especie humana, suceso que absolutamente nadie se imaginaba. Vivimos nuestras últimas horas en una utopía. Sí, ese mundo imposible que "jamás" se alcanzaría. Los soldados en los frentes abiertos han desertado por unanimidad, dando por finalizada la guerra que considerábamos iba a acabar con mas de 300 000 000 vidas. Es irónico que se tenga que acabar el mundo para parar una guerra, ¿verdad? Pues así es. Los soldados han dejado los campos de batalla para reencontrarse con sus familias. Y así con el resto de los humanos. Y aún así, no existe escasez de víveres, ningún comercio ha cerrado. Los comerciantes entienden que actualmente el mundo necesita poder seguir accediendo a ciertos suministros indispensables, y se han desplazado con sus familias a las tiendas para atender hasta el último momento.
Además, el dinero como tal ya no existe. A dos días de fin del mundo hemos logrado comprender que la avaricia o el exceso, así como el dinero, no sirven de nada. Por eso se ofrece la comida de forma gratuita, la gente compra con mesura para las últimas cenas de Navidad de la historia. Pero esto es solo el principio.
Hombres y mujeres que trabajaban en fábricas de productos que no podrían ser usados de aquí al día 1, han dejado sus puestos de trabajo para conseguir lo que  hace 10 días se habría creído imposible. Erradicar el hambre en el mundo. Decenas de miles de familias se desplazan de su lugar de residencia para aportar víveres a los países más afectados de la crisis del 07, así como a aquellos países en los que el hambre ha existido desde los albores de la historia. Toda clase de personal relacionado con el transporte o con cualificación para pilotar un avión , navegar, conducir un tren, han acudido a estaciones, puertos y aeropuertos con el fin de hacer todos estos transportes de víveres posibles...
En definitiva, a las 20:00 UGT del día de hoy podíamos afirmar que absolutamente a nadie le faltaba nada en este mundo. Telecomunicaciones emiten en directo, sin más personal que el necesario, cámaras que enfocan a los distintos puntos de este planeta. La gente se congrega en los centros más importantes de las ciudades, donde se han dispuesto mesas con un aforo de millones de personas. Todas las cadenas retransmiten una grabación por encima de las demás. Esa cámara, colocada desde mi balcón, muestra a más de ocho millones de personas en absoluto silencio, bien rezando, bien abrazando a sus seres queridos, bien observándome, todos expectantes. No solo ellos me observan. Los 8500millones habitantes de la Tierra, y otros 40000 de colonias en los distintos satélites del Sistema Solar, aguardan en absoluto silencio. Por encima de las respiraciones de la raza humana, solo se oye mi pluma, rasgando y escribiendo este papel. Todos aguardan a que termine este mensaje.

Tú, el que está leyendo esto has de saber algo. No se en qué época estarás, ni siquiera se si comprendes mi idioma, pero has de saber que eres nuestra última oportunidad. Gastamos nuestra última oportunidad en el envío de esta carta, que es un grito de ayuda a la humanidad. Mueve cables, alerta al mundo de este problema. Tú eres nuestra esperanza. Tú eres LA esperanza

Atte.
José.
Gobernador supremo de la Tierra y las 76 colonias.

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