lunes, 9 de septiembre de 2013

Comentemos.

Bueno, cuando este post salga a la luz, queridos lectores, estaré pisando mi colegio por primera vez en este curso.
Podría decir que me muero de ganas pero no es así. Al mismo tiempo, NO os hacéis a la idea de las ganas que empiece todo.


Escribiría más, pero tengo que preparar la mochila, los libros, el estuche... ;)

jueves, 29 de agosto de 2013

Motivación (Vlog, perdón, blog)

En un momento auge de procesamiento mental, cuando las palabras se amontonaban en mi mente y han estado luchando por salir hasta que me he puesto enfrente de este documento, he hecho una reflexión.
Vale, quizás en realidad es que después de cenar una tortilla española que me ha hecho sentirme prácticamente igual que M.L.K cuando dijo lo de “I have a dream”; ver el partidazo de final de Supercopa de España, navegar un poco por la red y hacer acto de limpieza de dormitorio; pues me ha dado por escribir unas líneas.

La gente que mola y es creativa a más no poder hace “Vlogs”. Mientras, el resto, cuando queremos decir algo, nos aguantamos y no lo podemos decir, así que lo escribimos.
(Sí, llevo con la frasecita en la cabeza cuarenta minutos).

Hacer balance es algo peligroso, porque como muy bien dijo… alguien, las personas tendemos a olvidar lo bueno y recordar lo malo. Lo peor es que es verdad.

(No me digáis que eso no habría quedado mucho mejor dicho en un vídeo que escrito, ¿eh?)

Así que paso de hacer cuentas y ver qué he hecho y qué no he hecho en estos dos mesecitos que se acaban en breve. Y aquí es cuando comienza a coger significado el nombre del post.

(Aquí una intro bien editada con el título…)

Estoy convencido de que hay cientos, sino miles de post, vídeos, cartas de recomendación con el mismo título, y probablemente este texto no vaya a ser muy distinto a algún escrito que ande por ahí. De hecho ni siquiera será el mejor, aunque también tengo claro que no será el peor…

(Aquí un cambio de luz y música daría a entender que entramos en zona profunda).

Si has estado leyendo lo que he escrito todos estos meses, sabrás de muy buena mano (la mía), que peco bastante de irresponsable con esta página, y soy más bien poco perseverante con las cosas que no me interesan, y demasiado “poco echao’ p’alante” para algunas otras; entre muchas otras cosas. Es decir, conozco dispositivos USB con más voluntad que yo en según qué cosas. Pero también es cierto que cuando escribo algo (en este caso en el vlog diría “cuando digo algo”), se me hacen las cosas más fáciles. Así que puedo decir que me alegro de que lo que me ayude a aclararme sea escribir, y no correr media maratón, por ejemplo.

(Pequeños segundos de una maratón)

A lo que iba, esta nueva etapa (de clases, fin del verano, etc.) me gustaría empezarla con una dosis extra de motivación. Sí, dichosa palabra lo mucho que significa. Me gustaría hacer planes, crear, organizarme mejor, cambiar. Me gustaría intentar hacerme la vida más emocionante (que no más fácil) y, por qué no pedirlo, hacerle la vida un poco más fácil a los demás.

Ya que a día de hoy no soy una persona que sirva de ejemplo, me gustaría DE VERDAD que cuando leas esto pienses: si este cafre es capaz, ¿por qué yo no? Yo tengo más que claro lo que quiero. Bueno, quizás lo tenga claro a un 20 %, pero algo es algo.

Si publico esto es porque (repito) me gustaría DE VERDAD que este sea un punto de inflexión para más personas, además de para mí. Bien es cierto que el título del post daba a entender que lo que ibas a leer era unas palabras motivadoras recién sacadas de un libro de autoayuda, pero no es así. Es más bien un reto. Os reto, TE reto a coger y buscarte tus motivaciones, a escribirlas, a guardarlas para ti o compartirlas pero, por encima de todo, a cumplirlas.

No os pienso engañar diciéndoos lo sencillo que es porque llevo DÍAS solo para convencerme de esto. O quizás es que proceso muy lentamente lo que la gente normal tardaría un par de minutos. En fin. Dejemos de simplemente pensar lo que queremos hacer, lo que queremos cambiar, y simplemente hagámoslo. Pero antes, escríbelo, ya que (y hablo con la voz de la experiencia) si las palabras se las lleva el viento, hay ciertos pensamientos que si se quedan en eso, pensamientos, no valen nada.

Yo ya he empezado, ¿qué vas a hacer tú?


(Final apoteósico del vídeo, Comment, Like y Subs por favorrr).

domingo, 25 de agosto de 2013

30 días y ni uno más

Hoy hacen treinta días que no actualizo el blog. Afortunadamente, esta vez puedo decir que tengo excusa sin que me maten mis remordimientos. El verano es una etapa complicada que, lejos de facilitarme una continuidad en el blog, me trastorna los horarios. Eso sumado a que me resultó imposible conectarme durante dos semanas, pues aquí nos hemos plantado, en los treinta días.

Bueno, ahora estoy por aquí de nuevo, así que a ver si os cuelgo por aquí unas pequeñas cosillas que he escrito entre libro y libro. Bueno, y a ver si me animo con las críticas de libros ya puestos. Y con las películas.

Ahora que me hago cuentas, este verano me he dado un "baño de cultura" fino (y lo que quede).

Nos vemos por aquí, no sin antes citar una frase que.. bueno, que ahí dejo

"Parce que moi je rêve, moi je ne suis pas. Parce que moi je rêve, moi, je ne suis pas."

viernes, 26 de julio de 2013

Bloqueo mental

A veces un folio en blanco es más temible que el peor de tus enemigos. Cuando tienes que escribir algo y no sabes por dónde empezar, cuando le has dado quince mil vueltas a la misma idea sin conseguir nada. Las palabras no fluyen, no te crees lo que estás escribiendo. La tecla de borrado lleva lo poco que has escrito hacia un lugar mejor, haciendo que vuelvas a tener el folio en blanco, volviendo a empezar.

Crees que ya está controlado cuando en realidad no tienes nada, piensas que se te pasará en unos segundos y durante horas observas el folio, sin resultado.

Pero cuando intentas dejarlo y ocuparte de otra cosa, entonces tu mente, como si de un cruel castigo se tratase, te recuerda que tienes algo que escribir, algo que contar. Y entonces vuelves a caer en el asiento, sin haber hecho nada productivo desde que empezaste allá por el inicio de los tiempos.

Entonces, de repente, cambias de idea, olvidas lo que tenías que escribir y escribes lo primero que te pasa por la cabeza. Empiezas por idioteces sin sentido y cuando te quieres dar cuenta no puedes parar. Tú cerebro va tres párrafos por delante de lo que querías decir, tus manos escriben lo más rápidas que pueden intentando acompañar a tu mente.

Ese folio en blanco que no quería ser profanado con la historia que querías contar empieza a sufrir un ametrallamiento de ideas, pensamientos y sensaciones que no puedes parar. Afloran recuerdos que quieres plasmar en el papel, aparecen sentimientos que pensabas que no tenías, y sigues escribiendo a un ritmo frenético sin saber si quiera que hacer con ello.

La frustración tarda poco en volver, en el instante en que llevas minutos y minutos sin dejar de escribir un solo instante y, de repente, se te olvida que querías poner ahora. Lo mejor es coger aire, y seguir escribiendo.

A veces tu mente trata de dar un giro completo a lo que estabas escribiendo, lo que acabaría convirtiendo el texto en un conjunto de palabras sin orden ni sentido. Tienes que intentar dominarla y que siga pensando en la dirección que tú quieres, y todo eso sin dejar de escribir.

No deja de ser una forma más de desahogarse. Es cierto que en muchos casos las palabras se quedan cortas pero en algunos otros, como este, no hacen más que relajar el cuerpo y la mente.

Y cuando estás al límite de tus posibilidades, y piensas que no puedes escribir más, echas una lectura rápida a lo que has escrito. Quitas una coma, pones otra… y se te queda cara de idiota. O al menos en mi caso. Vamos, que no me creo que haya escrito yo esto. No me pega, y cualquiera que me conozca en persona lo sabe. No sé, no me gusta, hace parecer algo que no soy. Hace creer que soy de esa gente (a la que respeto) que va diciendo palabras como “mordacidad” o “magíster”. Pero no, puedo prometer y prometo que soy normal. Bueno, quizás normal no sea la palabra.

En fin, ya más tranquilo y con un poquito más de inspiración que al principio, ya termino este sinsentido con una última conclusión.


A veces un folio en blanco es más temible que el peor de tus enemigos. Pero en muchos otros casos, no.



martes, 25 de junio de 2013

Esto casi está

Muy buenas a todos los que estéis leyendo estas palabras.

Me enorgullece como a un tonto su creación daros esta noticia...

¡LO TENGO CLARO!

No, lo de qué hacer con mi vida y lo que voy a desayunar mañana no, en eso sigo siendo un kamikaze.

Lo que sí sé es como va a funcionar este blog, que eso sí que os interesa saberlo a los que me leáis día a día (que a día de hoy seréis tres, pero... ¿y lo que yo os quiero?)

Bueno, os haré un resumen breve que a estas horas no doy para más:
Este blog tendrá las actualizaciones prometidas, los relatos; pero también publicaré aquí mis fotos de InstaGram, mis vídeos de YT (si empiezo algún día), mis recomendaciones literarias, la absurdez que se me ocurra... Lo que viene a ser la esencia de un blog.

En cambio para mis lectores más formales y con menos tiempo, les tengo reservado mi rinconcito en SomeLifeScripts, donde encontrarán únicamente los relatos y reflexiones aquí publicados. Aunque os agradecería que no dejaseis de leer este blog, sé que iba a ser difícil y que algunos solo me seguís por dichos relatos, por lo que he decidido poneros las cosas más fáciles con ese link.

Bueno, ya he escrito bastante por hoy, y es tarde hasta para los americanos...
¡Muy buenas noches!

sábado, 22 de junio de 2013

Cosas de un blog

Bueno, ahora sí que sí.

Salvo que no me arrepienta en los próximos días al cambio, ya he decidido cómo llevar los blogs.

En No More Kid Stuff actualizaré diariamente como si se tratase de un blog, en el sentido de que añadiré más cosas que los que añadía: fotos de mi Instagram, opiniones fanáticas, edits y esas cosillas del día a día que se ponen en un blog. En cuanto a los relatos y reflexiones encontraréis bien un primer párrafo y/o una sinopsis, y un link que os llevará al relato completo, así descongestiono un poco más el blog, que tanta letra puede llegar a dar dolor de cabeza.

En Some Film Scripts encontraréis el espacio para mis relatos y reflexiones. Solo eso.

Creo que así en conjunto se ceñirá mucho más al concepto de blog, aunque como digo no hay nada más reversible que mis opiniones respecto a este blog así que no sabéis lo que os podéis encontrar. Solo os pido tiempo para que pueda hacer todo lo que quiero, que este verano es mucho.

Bueno, pues eso era, hasta la próxima
Nos leemos en el blog reformado ;)

viernes, 21 de junio de 2013

Verano

Empieza el verano, y qué mejor manera de celebrarlo que con una actualización del blog. Fin de las clases, no os prometo nada pero entra en mis planes hacer muchas muchas cosas este verano, a ver qué tal sale.

Poneos las pilas y estad atentos que tendréis noticias por mi parte en breve.

¡Bienvenido verano 2013!

jueves, 13 de junio de 2013

Con tanta prisa que ni termin

Ahora llegan los dos días más intensos de todo el año en cuanto a exámenes y yo aquí, actualizando (cómo os quiero, ¿eh?)

Voy cerrando ideas que pronto implementaré (posiblemente el fin de semana que viene)

Gracias por seguir por aquí, gente.

miércoles, 12 de junio de 2013

Mezclándolo todo de nuevo...

Buenas gente,
Aquí me pilláis, realmente indeciso como enfocar el blog. Para los lectores habituales os la estoy liando pero bien. Lo sé, y lo siento, cuanto antes asentaré las bases del sitio para siempre.

Gracias por esas 624 lecturas, de verdad.


martes, 11 de junio de 2013

Os quiero (2/2)

Segunda y última parte del fic. No os entretengo más

La parte fácil del plan había dado resultado. Ahora era cuestión de tiempo que la mujer de Gold llamase a la policía. Entonces cada segundo que pasase tendrían menos posibilidades de acabar con éxito su plan. Por eso tenían que darse prisa.
Cuando Gold empezó a recuperar el conocimiento, lo primero que sintió fue el frío tacto del metal en la coronilla.
-Si yo fuera usted no haría ningún movimiento brusco, señor Gold-dijo Emma-a no ser que quiera usted un nuevo ombligo en la cabeza. Deduzco que su respuesta es afirmativa, no hace falta que responda... Si necesita algo, gruña o algo-concluyó con una carcajada, al tiempo que salía de la habitación.

Hizo balance de la situación. Estaba amordazado y difícilmente podía apenas gruñir. Eso quería decir que se encontraba en una zona habitada, no en un sitio abandonado. Había oído a la mujer hablando con otra persona, y se atrevía a pensar que era otra mujer porque no reconoció la voz de la que se había dirigido a él como la de la secretaria. Había entrenado para una situación como esa desde que ganó su primer millón. En definitiva, parecía que esas mujeres no tenían intención de herirle, así que se armó de paciencia y empezó a destensar lentamente los nudos de las cuerdas que le apresaban, como tantas veces había hecho en sus entrenamientos.

Belle estaba destrozada, llorando en un taburete de la cocina. El teniente Graham se presentó en la casa siete minutos después de que ella le llamase gritando de terror. Siempre habían hablado de que podía pasar algo así, pero ella siempre lo veía como algo lejano, hipotético, imposible. Y hoy, de un día para otro, sintió que el mundo se le caía encima. Estaba pasando. El teléfono volvió a sonar.

~~~

Emma y Regina ya saboreaban el éxito de su plan. Habían pedido el rescate y solo les quedaba recibir el dinero que habían pedido, que no era una suma desorbitada comparada con la fortuna que hacía Gold a diario. Una transacción limpia a un banco suizo en el que nadie podría seguir el rastro hasta ellas. Tenían una coartada perfecta, ahora mismo estaban viajando en un vagón de tren hacia Vancouver con su hijo, o eso decían los papeles. Cuando terminasen el secuestro tomarían un avión junto a Henry con sus ya nombres falsos hasta Miami, donde empezar la nueva vida que tanto anhelaban. Era sencillo y limpio, no habría heridos ni arruinarían a nadie. Solo les faltaba un último detalle.

Habían decidido montar un pequeño engaño para que sus identidades fuesen completamente imposibles de descubrir. Regina entró a la habitación donde se encontraba él tres segundos después de que este volviese a introducir su mano por el agujero ya agrandado de la cuerda anudada.
-Espero que esté siendo todo de su gusto, señor Gold. Limítese a asentir
Gold asintió. Sabía que en estos casos lo mejor era obedecer sin mostrar miedo alguno. Regina continuó:
-Muy bien, ahora voy a explicarte muy claramente lo que quiero...
-¡Amy! Date prisa que quedan veinte minutos para el intercambio-le dijo Emma desde la otra habitación-están a punto de...
-¡JODER!-la interrumpió Regina-¿por qué has dicho mi nombre, estás loca? ¡Ahora sabe cómo me llamo!
-Perdón, se... me había pasado...yo...
Gold escuchó como Regina se levantó y salió de la habitación dando un portazo, dejando entreabierta la puerta por el rebote y permitiéndole escuchar la conversación que mantenían entre susurros en la habitación contigua.
-Mary, estás loca, no sabes lo que has hecho.
-Perdona cuñada, no pretendía...
-No pretendía, no pretendía... Sabes perfectamente lo que has hecho.
-Sí...
-Ahora tendremos que matarle.

Las chicas se alejaron de la habitación y cerraron la puerta. Sonrieron y se besaron fugazmente por el numerito que habían montado. Así ganarían asegurarse que Gold estaría quietecito asustado, y que cuando diese parte a la policía dirá que escuchó dos nombres que no les llevarían a ninguna parte. Encima cuñadas... Cómo se reían cuando lo estaban planeando en su casa. Ahora no había tiempo para risas. Se encontraban en la parte más delicada del plan. Acababa de vibrar el teléfono, un nuevo mensaje. La transferencia estaba hecha.

Gold había escuchado perfectamente la conversación y sabía el destino que le esperaba si no actuaba con rapidez. Se terminó de desanudar las cuerdas de las manos y piernas y esperó pacientemente su oportunidad. Sabía que contra las dos a la vez no tendría ninguna posibilidad, pero tal vez no tuviesen armas de fuego, como mucho una, pues parecían unas "aficionadas" en el mundo de los secuestros. En ese caso abatiría a la que estuviese armada de un tiro, y se abalanzaría a por la otra para inmovilizarla. Mientras meditaba sus pasos sacó el arma que había llevado oculta todo este tiempo. Una Paquettum 3000. Un tiro, altamente maniobrable, nunca se encasquillaba y de dimensiones más que disimulables. Se sentó a esperar.

Ante la imposibilidad de negociación por parte de los secuestradores, Graham solo veía una solución posible, hacer la transferencia. Por cómo habían sucedido los acontecimientos hasta la fecha apostaba por que los secuestradores eran unos aficionados que no atacarían a una mosca, pues se habían saltado varios "protocolos" que habrían sido indispensables en un secuestro profesional. Ofrecer una prueba de vida,imposibilitar (o al menos mostrar contrariedad) al ver que la policía estaba involucrada; el hecho de que pidiesen una suma que rozase lo insultante para lo que podrían pedir. Esto le animaba, pues le hacía pensar que tan pronto como tuviesen en su poder a Gold sería cuestión de horas atrapar a los delincuentes.

Pero Bella no se consolaba, pues en lo más profundo de sí misma sabía que no todo podía salir tan bien, era ilógico. Tenía razón.

El sheriff recibió un SMS en el móvil de Bella: C/Hooper 287, Bajo B. Habían cumplido, estaba a veinte minutos de allí. Subió a un coche y se dirigió él mismo a recuperar al rehén, ya habría tiempo de encargarse del resto.

Las chicas cerraron las bolsas con todo lo que habían usado y lo pusieron junto a los demás bultos. Habían dejado preparadas las maletas para salir en cuanto enviasen el SMS que llevaba a una dirección a la otra punta de la ciudad. Allí en un local encontrarían un folio impreso con la dirección real. Calculaban que tenían un margen de 35 minutos. Solo les quedaba una cosa. Su huésped se había portado como un campeón, solo les quedaba el número final. Emma entraría con el revólver en alto y le contarían su fatal destino al rehén, en el momento que una le dice a la otra que oye sirenas de policía, y saldrían pitando sin disparar para que no les descubrieran. Todo había funcionado. Compartían una mirada cómplice al tiempo que Emma retiraba el pestillo de la puerta.

Gold estaba de pie, apuntó a la que abría la puerta. Una bala de punta hueca salió disparada hacia el costado de Emma, pasando milagrosamente por el hueco entre el pecho y el brazo de Emma. Regina estaba detrás. Atravesó su cuerpo entrando por el hueco que hay entre la tercera y cuarta costilla derecha. Esa clase de balas habían sido prohibidas hacía unos años por su poder destructivo. La muerte era casi segura aún alcanzando el disparo una extremidad, ni que decir tiene si atravesaba todo el pecho.

Regina dio dos pasos. Y soltó una lágrima. No hubo más.

Emma al ver a Gold liberado y escuchar el disparo que casi le había alcanzado reaccionó inmediatamente y disparó, certera en la cabeza. Gold cayó al suelo, nunca se volvería a levantar. Ella sabía que era un disparo de bala, y sabía que que no la alcanzase era prácticamente un milagro. Se giró y sonrió a Regina para tranquilizarla, el disparo había sido en defensa propia y ella no había salido herida. Ese instante se congeló en la mente de Emma, fue un instante que duró toda una eternidad, esa clase de instante que precede al fin de un sueño, el fin de todo. Un instante en que un grito desgarrador heló las venas a todo aquel que lo escuchó.

Emma se abalanzó sobre Regina al ver su camisa, la que siempre llevaba impoluta, teñida del color del dolor, rojo sangre. Cuando no pudo soportar más la visión de la herida la miró a la cara, fijamente a los ojos, y se dijeron todo un infinito, pero ni un infinito es suficiente. Ambas vieron pasar su vida por delante de sus ojos en una fracción de segundo, su vida juntas. Regina recordó ese momento en que se conocieron, esa pasión que compartían, ese hijo que les habían concedido. Emma la amó por un instante todo le que tenía previsto amarla el resto de su vida. Regina sonrió, y se desplomó sobre los brazos de Emma, junto con todo lo que habían soñado. Y acabó todo.

~~~
En una cómoda de un apartamento de una pequeña ciudad en la que nunca sucedía nada, una nota, escrita rápidamente a bolígrafo en una cuartilla que nadie leería hasta años más tarde; enunciaba aquello que ese mismo día habrían dado la vida por decir una última vez cinco personas de esa ciudad. Unos garabatos que nadie entendería su por qué, una mala sensación que se tornó en premonición. Una historia resumida en ocho letras.

Os
quiero

Regina M

domingo, 9 de junio de 2013

Os Quiero (1/2)

Buenas, hoy toca despertar y ponerse a estudiar que la semana que viene prácticamente termino el curso (sí, los exámenes finales). Pero antes os dejo otro FanFiction que he escrito de Once Upon a Time, este de dos capítulos. Espero que os guste el primero.



Os Quiero


Emma entró a la habitación. Se quitó el pijama y se miró al espejo. Su reflejo le devolvió la sonrisa: aquel era el día. Se terminó de desnudar y abrió el grifo, que al cabo de unos segundos empezó a crear una nube de vapor que envolvía el pequeño baño del apartamento. Antes de meterse en la ducha, recordó que se había dejado la muda en la otra habitación, y como no le gustaba pasearse mojada por su casa decidió salir en ese momento, aprovechando que el apartamento estaba vacío, pues Regina había ido a dejar a Henry a clase. Se equivocaba, nada más volver a la habitación alguien la derribó encima de la cama:
-Princesa, ¿a dónde crees que vas así sin ropa y sin avisar?
Regina lucía como siempre su inmaculada camisa pero sin la chaqueta, se ve que la había colgado nada más llegar a la casa. El carmín de sus labios impregnó el cuello de Emma al tiempo que esta intentaba responder racionalmente.
-¿Tú no estabas dejando a nuestro hijo en...?-la boca de Regina había ascendido, sellando sus labios antes de que terminase la frase.
-A Henry le lleva Hooper que nos lo hemos encontrado en el portal, en cuanto a ti... todavía no me has respondido, ¿qué hacías paseando sin ropa?
~~~
-Cada día tengo más claro que podría pasar en tus brazos el resto de mi vida, princesa-decía Regina mientras se acurrucaba aún más en el regazo de Emma-no entiendo por qué no me dejas.
-No te dejo porque tenemos algo que hacer-la susurraba al oído- y porque has dejado el grifo de la ducha abierto, ¡vamos para allá!
-Incansable, eres incansable.
-Así me suelen llamar.

Media hora después, ya estaban vestidas ultimando las últimas cosas. Regina no terminaba de ver claro lo que iban a hacer, pero sabía que era necesario si querían acabar con todo ello de una vez por todas. Aún así, tenía miedo. No lo tuvo cuando entró en el mundo de la delincuencia, no tuvo miedo cuando adoptaron a lo que más quería de este mundo. Pero esta vez un miedo irracional se apoderaba de ella cada vez que pensaba en lo que iban a hacer, a pesar de haberlo estudiado durante días y días. Ultimaron las últimas cosas y se disponían a salir cuando...
-¡Emma, espera! Dame dos minutos.
Emma observaba intrigada como cogía una cuartilla del escritorio junto a un bolígrafo, escribía algo y lo guardaba en la cómoda. Al volver Regina respondió a la pregunta que Emma tenía en mente: "Luego te lo explico". Se dieron un beso y abrieron la puerta.

Salieron de la casa con los bultos que ya habían preparado de antemano. En una bolsa Emma llevaba el pasamontañas y los dos revólveres. A su derecha Regina mecía una bolsa con cuerdas, su uniforme, la peluca, cinta aislante y un cuchillo. Ya habían robado muchas veces, pero con este pretendían realizar su primer (y último) secuestro. Con lo que sacasen del rescate reunirían suficiente dinero para irse a vivir a Miami, donde ya tenían preparadas unas identidades falsas y dos puestos como voluntarias en un hospital de allí. Pretendían empezar una nueva vida, lejos de aquel mundo de delincuencia en el que se encontraban.

Habían estudiado los pasos de su víctima durante las últimas semanas y se sabían en plan a la perfección. Nada podría fallar, o eso creían. Se separaron en el portal del edificio, caminando cada una en una dirección y sin mirar atrás. Había comenzado.

~~~
-Buenos días, me marcho ya.
-¡¿Tan pronto?! ¿Qué hora es?
-Las siete menos diez. ¿Te veo inquieta, te pasa algo?
-No sé... tengo un mal presentimiento. Podrías no ir a la reunión, por mí. Sabes que no necesitamos más dinero
-No necesito nada teniéndote-la repetía acariciándola la frente- pero sabes que me tengo que ir. Sigue durmiendo. Te quiero
-Lo sé, te amo, sal ya pero llámame cuando termines-dijo cerrando los ojos definitivamente.
-A la una de la tarde estoy, te amo.

Aquel hombre que paseaba en su flamante Cadillac por las calles más lujosas del centro de la ciudad no podía dejar de pensar en lo que le había dicho su mujer horas atrás. La había visto despertarse asustada, feliz, enfadada y hasta con ganas de jugar... Pero nunca la había visto de esa manera. Estaba preocupada por un mal presentimiento. Y eso le tuvo en vilo durante todo el trayecto y parte de la reunión. No se la pudo quitar de la cabeza. Cómo la quería

Sabía que ella era valiente, había pasado un año en la cárcel por un delito que no cometió y se enamoró precisamente de él. Casi se atrevía a decir que no le importaba ni su status, ni su dinero, ni su mansión. Solo le quería a él, como tantas veces se lo había demostrado. Se sentía el hombre más afortunado del mundo, no por su éxito en la tienda, ni siquiera por que con sus años ya tenía la vida resuelta. Se sentía afortunado por ella.
La reunión terminó exitosamente, con una promesa de expansión exponencial del negocio si ambas partes cumplían el trato. Él no se fiaba mucho de esos "brokers" que hacían dinero con la caída de las empresas, pero contratae un buffet de experimentados economistas era otra historia. Además, el director parecía formal. En estos pensamientos se encontraba mientras seguía a la secretaria del director hasta la puerta de salida. No volvían por donde habían venido, pero no le extrañaba que esas casas enormes tuviesen distintos caminos, así que se dedicó a disfrutar de las exquisitas obras de arte que adornaban los largos pasillos.

Al llegar a lo que parecía ser la puerta, la rubia secretaria le invitó a salir, despidiéndole con una sonrisa mientras le sujetaba la puerta. Al pisar la calle se dio cuenta que esa salida no correspondía a la carretera en la que su chófer le esperaría, si no más bien era la opuesta a la que deberían haber tomado, una calle nada transitada en la que solo se veía un coche negro arrancado. En esa fracción de segundo se dio cuenta de lo evidente, demasiado tarde. Antes de perder el conocimiento se giró a tiempo de ver como la secretaria, que blandía una porra, sacaba de una bolsa que había dejado al lado de la puerta unas cuerdas. Después todo se oscureció.

Regina se quitó la peluca rubia que había estado ese último mes. "Ya no tienes secretaria, jefe". Cargó con el peso del multimillonario hasta la furgoneta, donde le terminó de atar en el maletero. Ya estaba hecho. Se subió al automóvil, cerró la puerta y se encaminó hacia el lugar convenido.

El reloj marcó las cuatro. Tenía que haber vuelto hacía tres horas, y ni siquiera había avisado de que se retrasaría. Ella sabía que nunca haría eso salvo por un motivo mucho mayor. Ya habría recorrido el parque interior de la mansión cuatro veces cuando sonó el teléfono. Un número oculto que no tuvo que esperar ni dos tonos, pues al primero respondió:
-¿Sí, diga?
-No haga ningún gesto extraño o acabaremos con la vida de su marido. Por ahora se encuentra vivo, pero la situación cambiará como sospechemos lo más mínimo que ha involucrado a la policía. ¿Está claro? Diga sí o no.
-Sí.
Nada más cortarse la llamada ella buscó en su agenda de contactos el número privado de su marido. "No puede ser verdad", se decía al tiempo que escuchaba los tonos de llamada. Él nunca dejaría de responder una llamada a ese teléfono, nunca se separaba de él. Tras un minuto eterno, ella cayó al suelo abatida al escuchar ese mensaje que siempre bromeaba con que escucharía nunca...

Este es el buzón de voz del gerente de Antiquariate Enterprises, puesto actualmente ocupado por Mr. Gold. Deje su mensaje después de la señal.

~~~

Emma colgó el teléfono y se dirigió a la salita donde estaban los otros dos. Allí Gold, amordazado y con los ojos vendados, era vigilado por Regina.

sábado, 8 de junio de 2013

Un gran blog conlleva una gran responsabilidad

¡Buenas! Me pasaba para deciros que llevo varias horas con el blog, haciéndolo más atractivo. Así que perdonar si os lío con tanto cambio, es por un bien mayor. Por lo pronto os comento que a la derecha encontraréis una lista de blogs de mis amigos, si no nos apoyamos entre nosotros quién lo va a hacer. No soy nadie para explicaros de qué van, pero os invito a que les echéis un vistazo, ya que cada uno es completamente distinto a los demás. Eso sí, los tres son de la misma temática de este, en todos encontraréis historias y relatos en castellano (en uno de ellos hasta en gallego!). Bueno, ahí queda eso, sigo editando ;)

La parodia del muerto

Aquí os dejo lo que considero mi pequeña obra de arte.
Nos leemos

Una pareja salía del hospital. Sus rostros lo decían todo, no necesitaban hablarse. Él, abatido pero en lo más profundo de su ser reconfortado, había envejecido en esos trece meses más de lo que lo había hecho en los últimos veinte años. Le apretaba la mano con fuerza a ella, que había cambiado aún más. Unas arrugas que parecían haber estado siempre allí recorrían la piel de su rostro, descolorido por el torrente de lágrimas que había liberado durante el último año. Ambos, todavía en shock (quién lo iba a decir) comenzaban lo que sería una nueva vida
***
No siempre he estado muerto. Yo solía estar vivo. Vivía con mi familia y tenía la vida de cualquier adolescente. Los estudios me iban bien. Acaba de confirmar mi viaje de fin de curso. Todo iba de cine.
Un día como otro cualquiera me desperté. Me duché y vestí. Fui a desayunar y monté en un taxi. Es irónico que mis últimas palabras fueran: "Al aeropuerto." Acto seguido saqué mi diario y me puse a escribir. En un momento dado, sobre las diez de la mañana cambió todo. Oí un ruido agudo, un chillido, una fuerza que tiraba de mí hacia delante, una presión y ya está. Un kamikaze estuvo haciendo de las suyas por la carretera nacional, y como la mayor parte de las veces, quienes salimos peor parados fuimos nosotros. Afortunadamente el conductor del taxi sobrevivió en un estado muy grave; cuando liberaron mi cuerpo del taxi yo ya no estaba con él. Lo que más me molestó no fue morirme. Ni siquiera el kamikaze, el pobre acababa de perder a toda su familia en un accidente por su culpa hacia 3 semanas. Lo que verdaderamente me molestó fue que no me pude despedir de mis padres. Cuando llegaron ya estaba entubado, no les pude decir ni adiós. Lo peor es que el intento de despedirme dio falsas esperanzas a aquellos que me engendraron, y que deseaban con todas sus fuerzas que me levantase y me fuese con ellos. Ellos entendieron mal, pensaban que estaba luchando por mi vida y decidieron trasladarme al hospital.
Cierto es que mis heridas se cerraron y mis huesos se soldaron. Pero lo malo de estar muerto es que aunque tu cuerpo se regenere, tú no lo haces.

Con el paso del tiempo me encontré en lo que sería para mí una prisión, mi cuerpo. Los médicos no decretaron mi muerte, sino que evaluaron un coma, y eso fue mi perdición. Meses y meses en los que me tienen clínicamente vivo atado a múltiples aparatos que me inyectan todo tipo de sustancias para que mi cuerpo no se deteriore, para que mi prisión siga funcionando

Bien es cierto que lo único bueno que obtuve en esos meses compensó con creces todo lo malo que te pueda ocurrir en una eternidad. Y es que desde la perspectiva que me encontraba podía hacer algo que jamás podría hacer un vivo. Veía lo que la gente de mi alrededor sentía. No leía su mente, simplemente era como si captase los estímulos que liberaban sus sentimientos, como si verdaderamente pudiese acceder a su mente. Y sinceramente, eso es lo mejor que le puede pasar a alguien en vida (y en muerte).
Nadie jamás podría imaginar lo que unos padres aman a sus hijos. Cuando se desató mi nuevo don, mi mente se sobresaturó tanto que estuvo dos semanas en estado de shock. Yo no entendía por qué, pero era una sensación tan agradable... Creo que el símil adecuado era como si hubiese consumido una droga tan potente que me noqueó durante dos semanas, pero fueron las dos semanas más placenteras de mi vida. Según me recuperé me volvió a pasar, cada vez sentía más cómo todo lo bueno recorría mi cuerpo una y otra vez, chispazos continuos recorrían mi columna vertebral y sentía un cosquilleo en todas las partes de mi piel. Lo bueno de estar muerto es que puedes sentir cosas que estando vivo te matarían de lo intensas que son. Si eso significaba morir, quería pasar muerto el resto de mis días. Con el tiempo y controlándolo como podía, pude volver a pensar con mediana claridad. Y entonces lo comprendí. Esa sensación era el AMOR que sentían mis padres hacia mí. Sus mentes eran verdaderas ametralladoras que disparaban hacia mí sin cesar. Si hubiese estado vivo, creo que habría llorado y no soportaría esa intensidad de sentimientos.
Desgraciadamente al cabo de los días aprendí a dominarlo, y conseguí ir más allá. Veía el SUFRIMIENTO de mis padres, era un sentimiento tan grande que si tuviese que compararlo con algo... Era como si la Luna te cayese encima y aplastase y tú siguieses vivo sufriendo un dolor infinito. Ese sentimiento era solo comparable con el de su propio AMOR hacia mí. 'El ying y el yang' opinaba amargamente. Pero cuando pude ir aún más allá descubrí un sentimiento que sin ser tan grande (era una porción infinitesimal comparada con el AMOR y el SUFRIMIENTO), y siendo bueno, me dolió mucho más que el de verles sufrir. Era ESPERANZA. Esperanza de que siguiera vivo. Me dolía porque yo estaba muerto y eso no podía cambiar. Y porque mientras ese sentimiento existiese, por ínfimo que fuera, me estaba condenando a la eternidad.
Entonces odié, odié con todas mis fuerzas y descubrí dos cosas más. Que estando muerto la percepción y alcance de los sentimientos aumentaba exponencialmente, y que lo que yo sintiese era proyectado hacia mi alrededor, variando los sentimientos de los que me rodeaban. Esa proyección de ODIO me dio esperanzas, pensé que acabaría con la ESPERANZA de mis padres. No solo no la afectó, si no que además aumentó aún más su sufrimiento, y entonces sentí como si volviese a morir...
En las siguientes semanas probé con toda clase de sentimientos, y lo único que hacían era variar los niveles de AMOR y ODIO. Por más que luchase no encontraba manera de salir de ahí, lo que me producía aún mas ODIO hacia mí mismo.
El tiempo pasó y en algún momento cerca del día 400 me rendí, y COMPRENDÍ que prefería estar en esa prisión el resto de mi días antes que aumentar el SUFRIMIENTO de mis padres, y eso fue de alguna manera mi salvación.

Al fin y al cabo era cierto, de una manera u otra había seguido luchando. Dejar de hacerlo presionó el interruptor que faltaba. Mi ESPERANZA, que se había mantenido oculta tanto tiempo, se cambió por la COMPRENSIÓN, que alcanzó a mis padres inmediatamente. COMPRENDIERON lo que yo había estado pasando todos esos meses. De alguna manera u otra creo que esa proyección fue tan fuerte que afectó a todas y cada una de las personas, vivas y muertas, del planeta Tierra. Pero eso era otra historia.
Mientras mis padres llamaban a los médicos que al fin me liberarían, dediqué mis últimos esfuerzos a algo que había estado ensayando los últimos meses de mi no-vida.

En el instante que desconectaban el último aparato, hice una última proyección. Y así fue como tras 13 meses de inactividad cerebral y corporal, mi cuerpo sonrió, y yo pude abrir los ojos a una nueva existencia.

jueves, 30 de mayo de 2013

Mundo

Todo pasa y todo queda
pero lo nuestro es pasar
pasar haciendo caminos
caminos sobre la mar.
                      (...)
  J.M. Serrat


Hay veces que es más fácil y otras veces más difícil. Escribir es expresar muchas cosas a la vez, y por eso a veces no resulta tan sencillo. 

En algunos momentos, como ahora, da la sensación de que escribir nunca será suficiente para decir lo que uno quiere, pero al menos hacer el esfuerzo de intentarlo merece la pena.

Hoy quería hablar de algo complicado, muy doloroso, de algo que compartimos todos y cada uno de nosotros. Algo en la mayoría de los casos cruel, siempre injusto, aunque a veces liberador.


Yo escribo actualmente desde la más completa ignorancia en este sentido, y aún así me es prácticamente imposible expresarme, pocas veces me había pasado algo así. Bueno, allá voy.




Para vosotras, para él que os acompaña, para los que os ayudan, para ella.


Mundo


Érase una vez una inmensa ciudad llamada mundo. En ella vivían millones de casas agrupadas en urbanizaciones y a su vez en barrios. Había casas enormes, pequeñas chabolas, urbanizaciones de lujo, con fachadas llenas de colorido, balcones y plantas; y otras que, más modestas, formaban hileras de chalets de igual apariencia por fuera. La región era continuamente sacudida por terremotos, algunos más grandes, otros más pequeños. Unos más bruscos, otros que duraban en el tiempo. No había nada que temiesen las casas más que un terremoto, era un tema de conversación tabú, y siempre se trataba de evitar pensar en ellos: sabían perfectamente los estragos que podían causar. Casas grandes, urbanizaciones enteras se habían caído por pequeños temblores.

En un punto de aquella ciudad existía una pequeña casa que no sobresalía de las demás. Una casa en la que paredes y suelos vivían felizmente. Y allí estaban los dos pequeños tejados de esa casa. Cada uno hacia un lado, haciendo esa graciosa forma triangular que tanto caracterizaba a la casita. Con el paso del tiempo había habido reformas, y había aumentado su tamaño hasta convertirse en una modélica casa de la urbanización.

La casa era sujetada por dos enormes columnas que sostenían la techumbre. Gracias a esos pilares, los tejaditos podían mirar qué había más allá, dormir bajo un manto de estrellas; podían anhelar un futuro en algún lugar maravilloso de aquellos que describían los pájaros cuando se posaban sobre los tejados para descansar.

Pero un día se empezaron a oír siseos. No era nada del otro mundo, pero eran inquietantes. Al cabo del tiempo los siseos se tornaron en susurros, y de ahí a vibraciones. La casa entera se asustó, pero viendo que no esos temblores no afectaban a los pilares que la tenían en pie se tranquilizaron. Entonces un día, ocurrió.

Una sacudida brusca, como las cientos de miles que ocurrían a cada instante en esa inmensa ciudad; pilló desprevenido a ese hogar. Todo se tambaleó peligrosamente y, cuando el suelo volvía a la calma, un pilar cayó. Se levantó una increíble polvareda que penetró en los poros de todas y cada una de las partes de esta casa. El resto de la estructura se sacudió, y toda ella se resignó al derrumbamiento inminente.

Los dos tejaditos se asustaron: Ese pilar era uno de los que los sostenían allí arriba, tan alto. Esos pilares se habían sacrificado desde el principio para llevarlos hasta lo más alto. Y ahora, allí, en la cima del mundo, tuvieron miedo.

Siempre habían visto a esos dos pilares que les dieron vida como algo que estaría allí para la eternidad. Ni siquiera cuando se empezaron a oír los siseos bajo tierra se les ocurrió pensar que era posible que ocurriese algo así. Pero ocurrió. La casa había quedado severamente dañada, y ahora los tejaditos se mantenían allí entrelazando sus manos para no caer. Estos tejaditos se miraban cara a cara durante largas horas. Pensaban que no volverían a ver las estrellas fugaces surcando el firmamento, condenados a guardar esa posición para evitar la inminente caída. Con el paso del tiempo las lágrimas les inundarían los ojos al mirar brevemente hacia abajo y ver qué había ocurrido. Entonces se apretaron mucho más fuertemente para evitar el derrumbamiento que se avecinaba.

Todas las casas de alrededor se aterraron por la noticia. Pero la noticia fue muchísimo más allá. Los pájaros que tantas veces se habían posado sobre la casa esparcieron la noticia en todas direcciones, y muy pronto se supo la fatal noticia, y lo que podía desencadenar.

Mientras, los dos tejaditos habían dejado de llorar. Sus lágrimas se habían derramado creando un pequeño charco en el lugar que había dejado la columna. Pero estos tejaditos no se habían fijado, porque habían cerrado los ojos. No aguantaban más. Entonces, al cabo de los días, una noche abrieron sus párpados lentamente y se miraron fijamente. Sin más comunicación que dos miradas, acordaron soltarse las manos y dejarse caer al vacío. Con una última sonrisa volvieron a cerrar los ojos, separaron sus dedos y se enfrentaron a la caída.

No pasó nada.

Pasaron unos breves instantes, y al no sentir ningún impacto, y sentir que seguían de una pieza, abrieron sus ojos lentamente intrigados, y miraron hacia abajo una vez más. Lo que allí vieron las hizo llorar de nuevo:

Debajo, unos metros más allá de donde sucedió el desastre, se levantaba una nueva columna. Pero no era una columna cualquiera. No pretendía sustituir a la que ya había antes, pues era imposible, sino que era… distinta. Al recorrerla con la mirada observabas su increíble composición.

En vez de una columna maciza, lo que allí se levantaba era una sucesión de pequeños elementos de lo más variopintos: desde tejas y pequeños nidos hasta montones de plumas y serrín. Una pequeña paloma que tantas veces había conversado con ellos acababa de aparecer por la ventana, y terminaba de colocar una ramita que acabó de estabilizar la estructura. Los dos tejaditos observaron el nuevo pilar, tan flamante, tan distinto, pero a la vez tan parecido.

Al escuchar la noticia, esta recorrió largas distancias en apenas un breve periodo de tiempo. Mundo, esa ciudad que ya se había resignado a los temblores y al derrumbamiento de tantas y tantas casas, se enfrentó a ellos.

Nada más conocer que los dos tejaditos se mantenían en pie, todos y cada uno de los habitantes de Mundo aportó su granito de arena en un acuerdo global que no necesitó palabras para materializarse. Las aves se ofrecieron a transportar todo, y así pronto Mundo entero quedó volcado en esa casita. Pájaros de todos los tamaños transportaron grava, tejas y ladrillos que las casas ofrecían sin parar. Pero también llevaron nidos usados, y sus propias plumas que habían perdido en las mudas.

Y así, poco a poco, se fue levantando una columna que alcanzó casi tan alto como donde estaban los tejaditos. Cierto era que esa columna no habría sido capaz de llevarlos hasta esa altura, ese era un papel que solo pudo hacer el pilar original; pero al menos pudo sostener el suficiente tiempo a los tejaditos, que abrieron los ojos a una nueva vida.



***

Mundo era una gran ciudad. En ella vivían millones de casas agrupadas en urbanizaciones y a su vez en barrios. Había casas enormes, pequeñas chabolas, urbanizaciones de lujo, con fachadas llenas de colorido, balcones y plantas; y otras que, más modestas, formaban hileras de chalets de igual apariencia por fuera.

En un punto de aquella ciudad existía una pequeña casa que no sobresalía de las demás. Una casa en la que paredes y suelos vivían felizmente. Y allí estaban los dos pequeños tejados de esa casa.

La casa era sujetada por dos enormes columnas que sostenían la techumbre. Una de ellas, había estado allí desde el principio. La otra era una columna única en Mundo, una columna hecha de amistad y amor, la clase de columna que se merecían dos tejaditos como ellos.

Nadie había reparado en el hueco donde algún día se había asentado la columna que allí había estado tanto tiempo. En ese hueco, que tiempo atrás había sido inundado con las lágrimas de los dos tejaditos, un pequeño jardín de malvas y amapolas dotaban al lugar de una nueva vida. 


miércoles, 29 de mayo de 2013

Mi primera actu (vaya un título significativo)

Buenas actualizadas!
Aquí estoy, haciendo acto de presencia para avisaros de que ya he publicado un textito más en Some Life Scripts, la tercera parte de la saga de FanFiction de Once Upon a Time (¿qué de información en dos líneas eh?).
Espero que la disfrutéis como hice yo escribiéndola

Por cierto, os dejé con las ganas de algunas críticas cinematográficas, algún día de estos os compensaré ok?


Un Saluactualizado

martes, 28 de mayo de 2013

Desequilibrio (Secreto de 2 III)

No os entretengo, aquí os dejo la tercera entrega de Secreto de dos...

El título es temporal, acepto ideas jejeje






Desequilibrio


Todo empezó a temblar, y Henry supo que algo no iba bien. Algo que salió expulsado de lo más profundo de él tiñó la esfera de magia con un tono azabache que no auguraba nada bueno. Culpa. Arrepentimiento. Cuando quiso volverse atrás le pasó como la primera vez, estaba paralizado. Así que decidió tranquilizarse una vez más y dejar que todo pasase. Ruby también había notado el cambio, pero ella sí que se preocupó. El instinto que llevaba controlando tantos años se estaba desatando una vez más, y notaba que perdería el control sobre sí misma de un momento a otro. Entonces pensó en él, en Henry, y en lo que podía pasar si no podía controlarse estando él tan cerca. 

-CORRE-pensó con todas sus fuerzas, proyectando de alguna manera ese pensamiento hacia el chico. Henry lo oyó y sabía que no podía moverse, era inútil, ya lo había intentado otras veces. Además, sabía que de un momento a otro llegaría el aislamiento sensorial y entonces no podría percibir ni su propio cuerpo, ¿cómo iba a correr?

Ruby se encontraba al límite de sus fuerzas. Su lobo interior no le daba tregua, intentando hacerse con el control de su voluntad. Estaba hambriento y podía oler perfectamente la carne fresca a apenas unos metros. Ruby no entendía por qué Henry no se movía ni un centímetro, y cuando estaba a punto de sucumbir al Lobo, hizo acopio de las fuerzas que le quedaban y las disparó hacia el chico, saliendo este despedido de la esfera mágica. Entonces la burbuja se rompió, liberando así el humo negro que contenía. La magia, esa clase de magia tan pura mezclada con un sentimiento tan humano como el arrepentimiento...

Era el fin. 

El aire de Storybrooke empezó a oscurecerse junto a las almas de todos sus habitantes. La luna dejó de reflejarse en los charcos, un viento sin origen soplaba en todas las direcciones. Storybrooke enfermó en el acto, y esta enfermedad la percibieron todos los seres que se encontraban en su territorio. Pesadillas terroríficas invadieron los sueños de los habitantes de Storybrooke, pesadillas que solo unos pocos recordarían al día siguiente. Las aves echaron a volar en mitad de la madrugada para alejarse de ese lugar.

Mas Henry no se dio cuenta, porque apenas recuperó el conocimiento se encontró enfrente de un lobo hambriento y dispuesto a atacar de un momento a otro. Echó a correr. Bien sabía que nada podía hacer contra la velocidad de esa bestia, pero fue más bien un acto reflejo, mientras esperaba que unas garras le derribasen desde atrás. Se equivocaba. Aceleró y aceleró y cuando se quiso dar cuenta apenas percibía los árboles, que iba dejando atrás a una velocidad endiablada. No entendía porque no le alcanzaba el lobo, a pesar de que lo sentía a escasos metros de él. Miró hacia abajo y se encontró prácticamente flotando, avanzando a una velocidad que rozaba lo imposible y sin apenas ver sus piernas. Aún así, el lobo estaba acortando distancia.

Ruby se encontraba en una telaraña que la tenía atrapada, no podía mover ni un músculo. Esa red viscosa se adentraba en ella transfiriéndole lo que estaba haciendo con su cuerpo el lobo. No era ella quien lo controlaba, de hecho, ella solo podía observar la cacería como si se tratase del cine. Ella sabía que lo que controlaba a la bestia era esa magia que había percibido, distinta. La chica notaba que solo era compartía una pequeña parte de su ser con el lobo, la correspondiente con sus funciones vitales, pero no se le ocurría como aquello podría ayudar a Henry, que se acercaba peligrosamente. Cuando apenas se encontraba a tres metros del chico, lo vió:

Henry Mills, aquel con el que había compartido tantas veces esa magia ahora estaba envuelto de ella. Una nube prácticamente transparente le empujaba a continuar, pero no lo suficiente rápido. Ruby había escuchado leyendas que le había contado su abuela en las que se teorizaba con qué ocurriría si un humano mezclase su alma con Su Magia, las teorías más optimistas hablaban del exterminio de todo ser vivo... 

Henry huía. Al cabo de los segundos pudo hacer balance de la situación. Se encontraba alcanzando una velocidad increíble a treinta centímetros del suelo sin llegar a tocarlo, envuelto en algo que lo hacía avanzar, pero no sabía catalogar de bueno o malo. "Si no llega a ser porque un lobo hambriento intenta devorarme esto molaría", pensó. Es curioso cómo reacciona la mente humana ante una situación extrema. En ese caso, Henry  se rió de su ocurrencia.

Ruby escuchaba risas, no sabía de dónde. Unas carcajadas que ya había oído tantas veces que le fue muy fácil identificar.
-¿Henry?
Henry escuchó que sus pensamientos le llamaban, estaba volviéndose loco, así que no perdía nada por responderles.
-Aquí estoy, ¿con quién hablo?
-Henry, soy Ruby
Ninguno había movido la boca, no emitían sonido alguno. Simplemente, se pensaban.
-¿Ruby?
-La misma
-Ah... Genial, ¿me haría el favor de dejar de intentar devorarme?-Henry no entendía de dónde había sacado ese humor, sería por el hecho de que era su mente y no él la que estaba hablando-. Es algo incómodo, ¿sabes?
-Qué gracioso, yo que te perseguía porque pensaba que te gustaba.
La absurdez de conversación que mantenían era debida a que eran sus subconscientes, y no ellos, los que formulaban las preguntas.
-¿Qué has hecho Henry?
-No lo sé. Llevaba haciéndolo muchos meses sin que... Bueno, supongo que tú te diste cuenta desde el principio, ¿no?
-Sí, pero nunca había pasado algo así. ¿Qué ha cambiado?
-No ha cambiado nada, solo traigo lo que llevo puesto y un enfado que no te imaginas. ¿Puede hacer algo un enfado?
Vaya que si podía. Un enfado era algo muy simple pero al mismo tiempo muy poderoso, muy humano. Esa clase de cosas que nunca habría que mezclar con Esa Magia.

Entonces Ruby lo entendió. El lobo trataba de destruir a el que había sentenciado el mundo en el que vivían, acabando así con el desequilibrio formado. Simplemente era eso, tan sencillo, su muerte. Pero ella, en un mundo en que todos los habitantes de su pueblo habían conseguido encontrar la felicidad a su manera hacía apenas unas semanas, veía incomprensible que ese que corría para salvar su vida pudiese  ser la razón por la que todo terminase.

Henry sintió EXACTAMENTE lo que estaba pensando Ruby. Él siempre había querido ser un héroe, pero eso no implicaba que tuviese que morir. No tan pronto. Al fin y al cabo sería un héroe, pero solo tenía trece años. Nadie le podía reprochar lo que hizo. Apretó el paso y alcanzó el límite del territorio de Storybrooke, donde pensaba que estaría libre, pero se equivocaba. Una pared invisible le hizo rebotar, internándole en el bosque de nuevo. Storybrooke sabía muy bien que estaba condenado, y gastaba sus últimas fuerzas en que esa infección no se extendiese al exterior. 

Ruby intentaba pensar con claridad, en vano.


La persecución se prolongó hasta el punto que Henry no sabía si habían pasado horas o segundos. Sabía que algo pasaría de un momento a otro, la balanza de decantaría por alguno de los dos lados.

Ruby llegó a la conclusión que no sería capaz de acabar con ese chico sin reprochárselo durante toda su vida, pero también comprendía que eso era exactamente lo que debía pasar, por el bien de todos. Al tiempo que reflexionaba sentía cómo las lágrimas caían por sus mejillas, lágrimas intangibles como toda ella. Lloraba porque lo había comprendido, y le gustaría no haberlo hecho. Entonces algo cambió.

Henry intentaba ignorarlo, pero sabía que le estaba empezando a fallar aquello que le impulsaba, y eso implicaba que el lobo se le acercase cada vez más. Entonces Red pensó sobre lo necesaria que era su muerte para el resto del mundo y Henry se preguntó por qué. Y cómo si hubiese enviado un mensaje directo al cerebro de Ruby, este le respondió con una historia...

No podía ser verdad, otra vez no. Ya tenía suficiente con haber muerto una vez hacía tiempo por culpa de su madre al intentar envenenar a su otra madre. Le parecía realmente injusto que ahora tuviese que morir por culpa de su madre biológica. Y aunque al principio insistió en negarse, al fin dudó, y esa duda fue suficiente para liberarse de la magia Oscura que había aprovechado su oportunidad y había utilizado a Henry. Al notar que se desvinculaba de la burbuja, se tranquilizó, lo había logrado, pero su alegría solo duró un segundo, pues al ver dónde estaba se dio cuenta que era demasiado tarde. Se había librado de la burbuja en el momento en que esta entraba por el único lugar que Storybrooke no había podido defender.

Ruby entendió demasiado tarde como debilitar al lobo. Si hubiese dejado de respirar tres segundos antes habría dado tiempo a frenar a la bestia, tres segundos antes habrían sido suficientes para que aminorase la velocidad y le diese tiempo a frenar. Pero cuando la rabia nos ciega, no hay nada que hacer, como tampoco tuvo oportunidad de evitar saltar al pozo, tras una Magia que podría acabar con todo, y acompañando a un niño que sin quererlo se estaba adentrando en un mundo de aventuras y amor, pero también muerte y destrucción


Al tiempo que el pueblo moría gastaba su último halito cerrando el único portal que quedaba abierto. Y entonces Storybrooke dejó de existir

Scribo...ergo sum

Hola a los lectores que todos los sábados por la noche os sentáis en familia alrededor de la pantalla del ordenador esperando con ansia una nueva entrega de mi blog. Sé que he estado ausente, y la culpa es únicamente mía, podéis quejaros (pero poco, que aquí los que no comentáis sois vosotros...)

Bueno, pues eso, dentro de que no tengo excusa estos últimos días estoy más que liadísimo con todo, pero me auguro un verano llenííísimo de cosas que hacer y proyectos que llevar a cabo. Solo espero que con ellos pueda actualizar más a menudo el blog y así ofrecer un contenido de calidad, que al fin y al cabo eso es lo que os merecéis.

Por otro lado, para los que seáis fieles a mi blog os habréis fijado en un par de cambios que quiero explicar:

Primero, habréis visto que he añadido un link (que van a ser dos) en enlaces de interés en mi blog. Son un par de blogs de unos amigos que ya sabía que escribían. Tienen mucho más talento que yo (que no es difícil), así que os animo a echarles un vistazo, y me comentáis.

Y segundo, he ramificado el blog. Ahora hay una sección (que no deja de ser otro blog, Some life scripts) en que recogeré únicamente mis relatos y ensayos, para aquellos que prefiráis admirar mi escaso arte literario en vez de zamparos todos mis post idas-de-olla.

Esta ramificación es debido/gracias a un lector (¡Sí! ¡Tengo lectores! ¿Increíble no?) que me aconsejó el seccionarlo porque no había quien se creyese que la misma persona que escribe Secreto de dos hiciese unos reviews tan efusivos de unos actorazos como son los chicos de Águila Roja. Bueno, yo soy así, y en este blog soy tan sincero como me permiten mis palabras (uy, que tierno quedó eso). En definitiva, gracias lector por tu recomendación.

Una última cosa: ya que no puedo actualizar tanto como quería y un blog se debe a sus seguidores, a partir de ahora trataré de escribiros algunas líneas todos los días. Mensajes breves, cuyo título irá acompañado del término [Actu]. Así sabéis que es una actualización diaria en la que os contaré cómo van mis ideas y mis episodios de demencia transitoria, que no son pocos.

Lo dicho, nos leemos prontito, espero que este pequeño cambio de enfoque del blog sea de vuestro agrado.
Hasta el próximo post ;)


PS. Si algún/alguna iluminad@ viese algún error en el título de este post, le agradecería enormemente la corrección, gracias .

domingo, 14 de abril de 2013

Desequilibrio (Secreto de 2 III)

Ese día Henry se había despertado inquieto. No sabía por qué, pero algo pasaba. Su familia había salido dos días de Storybrooke para solucionar una cosilla y hoy regresaban a la hora de cenar. Le habían dejado a cargo de todo y el estaba demostrando lo responsable que era. Desayunó como siempre en La Abuelita, llegó a clase tres minutos antes de que comenzase, se sentó en su pupitre y sacó los libros. Este prometía ser otro lunes fantásticamente aburrido. No entendía por qué tenía que seguir yendo a clase, sus abuelos eran reyes por un lado y brujo superpoderoso por otro. Si no llega a ser por el nunca se habrían acordado de quiénes eran y habrían sido atrapados por la maldición, y en agradecimiento, ¿qué hacían? Le condenaban a madrugar día sí día también para ir a la escuela. Era injusto. En estos pensamientos se encontraba mientras las horas pasaban. De vez en cuando anotaba algo en el cuaderno para que pareciese que estaba prestando atención a la última clase. Unos minutos antes de que sonase el timbre, de repente Henry saltó de la silla y exclamó:
-¡¡La bañera!!
Acto seguido salió disparado de clase dejando a la profesora con la palabra en la boca y temiendo el estropicio que encontraría. Ya entendía por qué se sentía inquieto. El día anterior por la noche había decidido darse un baño y encendió el grifo. Después se entretuvo con su libro y se le olvidó por completo. El baño estaba arriba y el estaba durmiendo abajo en la cama de sus abuelos, así que no se le ocurrió volver a subir.
Que no sea grave, que no sea grave, que no sea grave... Se decía mientras abría a una velocidad endemoniada la puerta. Cerró de un portazo. Subió las escaleras de tres en tres y empujó la puerta del baño esperando encontrarse con todo el estropicio...
Nada. Las toallas perfectamente dobladas, el grifo completamente cerrado, el suelo seco. Hizo memoria y, efectivamente, había dejado el grifo de la bañera abierto dos minutos antes de combatir al puñetero dragón que había raptado a su libro... En el sueño. Henry comprendió que los sueños, sueños son, y que ese gran despiste fuese solo un sueño le había salvado la vida. Entonces analizó la situación: había salido de clase como un rayo para ir a cerrar el grifo que había abierto en un sueño. no sabía si reír, llorar, o sentirse culpable por no distinguir la realidad, aunque finalmente su subconsciente se decantó por lo primero. Empezó a reír a carcajadas, rió y rió como llevaba tiempo sin hacerlo. Y tanto reír cansa, y el chico había estado hasta muy tarde con el libro anoche, por lo que empezaba a acumularse un sueño que le estaba amodorrando peligrosamente. Entonces al intentar incorporarse, de un resbalón acabó dentro de la bañera, donde siguió riendo como si no hubiera mañana, y rió hasta que el sueño le venció. Y 6 horas después entraba por la puerta su madre, que lo que menos se esperaba era ver a su hijo despanzurrado en la bañera durmiendo plácidamente con el dedo pulgar en la boca. Bien es cierto que tras ocho horas de viaje nadie tiene un humor espléndido, y menos cuando llegas a tu casa y te encuentras la puerta abierta de par en par y el sobre donde estaba el dinero de la compra del mes desaparecido. Esa fue probablemente la principal causa de su reacción:
-HENRY, SAL AHORA MISMO DE AHÍ!-gritaba Emma mientras le asestaba un pescozón.
Henry se incorporó alarmado y desorientado, sin saber muy bien quién gritaba tanto y por qué lo hacía.
-HENRY, ESPABILA, ¡y dime dónde está!
-¿Dónde está qué, mamá? -decía Henry, que empezaba a situarse un poco.
-NO ME HACE NINGUNA GRACIA HENRY, ¡¡DÓNDE ESTÁ EL MALDITO SOBRE DEL DINERO!!-ladró Emma.
-Pues donde siempre, yo no lo he tocado mam...
-¡¿ME ESTÁS LLAMANDO TONTA?! Llego a mí casa, me encuentro la puerta abierta y faltan $300, Henry, no se supone que podíamos confiar en ti?
Henry estaba asustado, su madre nunca se había puesto así con él. Pero también estaba enfadado, MUY enfadado porque su madre dudaba de su palabra, cuando él era el primero que no la había mentido nunca, pues bien sabía el daño que hacen las mentiras. No comprendía que su madre venía destrozada del viaje, y que se había peleado con sus padres por una tontería, y estaba muy dolida. Pero Emma no comprendía que estaba ofendiendo a su hijo, y que el dinero lo había guardado Mary Margaret al salir en el cajón para que no quedase a la vista. Y la puerta no estaba abierta porque sí, sino porque la profesora de Henry había avisado a Ruby por el extraño comportamiento de Henry (pues era a ella a quien debía llamar si ocurría algo), y esta había ido al apartamento a ver que pasaba con la copia de las llaves que tenía. Al abrir recibió una llamada urgente y se dejó la puerta abierta, puerta que el viento terminó de abrir de par en par.

Y en una nube de mentiras y malentendidos su madre le había puesto la mano encima. Era solo un pescozón, lo sabía, pero le había dolido como si le hubiese pegado un flechazo en la cabeza. Su madre le había dado y él no había hecho nada, salvo quizá quedarse dormido en la bañera. Y su madre gritaba cada vez más y él dejó de escuchar mientras los ojos se le inundaban. Una bola negra y oscura golpeaba su estómago a medida que crecía y crecía. El abría y cerraba los puños mientras las primeras lágrimas le salpicaban la cara. A medida que pasaba el tiempo esa bola se hacía más grande, y aunque él contenía la respiración y apretaba aún más los puños para intentar pararlo, de repente salió disparada hacia su boca obligándole a gritar:
-¡¡CÁLLATE YA!!
Según lo dijo se arrepintió. Sabía que no debía comportarse así, y sabía que había gritado a su madre, nunca lo había hecho. Y le dolió aún más que en vez de seguir chillándole, o darle otro pescozón (lo habría preferido mil veces) se quedó callada. En apenas una fracción de segundo una corriente de nuevos sentimientos les rodeaba. Y no eran buenos precisamente. Eran sentimientos falsos que en verdad ninguno de los dos sentían, sentimientos que se habían apoderado de ellos fruto del cansancio y de la discusión anterior. Sentimientos que ambos sabían que no debían tener, haciendo aflorar otros sentimientos. Culpa. Y todo ello formó un muro entre ellos. Una pared de humo, pero al fin y al cabo un muro. Y como si les hubieran apaleado los dos empezaron a sentir un dolor indescriptible que recorría todo su cuerpo, cada uno a su manera. Y así se quedaron, Emma apoyada en la puerta, Henry tumbado en la cama, llorando como nunca antes lo habían hecho. El destino es caprichoso, y aunque los dos estaban a punto de girarse al unísono y abrazarse, justo Mary Margaret entró con las maletas exclamando:
-Por cierto Emma, coge dinero del sobre que guardé en el segundo cajón del armarito y vete a por unas hamburguesas, que hay hambre y es tard...¿Emma, estás bien? ¿Le ha pasado algo a Henry?


Entonces Henry escuchó, y descubrió el paradero del sobre, y gritó de rabia, saltando de la cama y escapándose por la puerta ante la atenta mirada de una Mary Margaret Sorprendida y un David cargado de bolsas. David comprendió que algo no marchaba bien. Aunque era el que menos lo mostraba sentía un afecto especial por aquel niño, su nieto, el que le había reunido con su familia, y que formaba parte de ella. Así que sin pensárselo dos veces soltó todos los bultos y salió corriendo detrás de él. Pero pudo más la rabia de Henry, y cuando David le tenía a un palmo el chico cruzó la carretera un segundo antes de hacerlo un camión, dejando a su abuelo al otro lado del arcén. Aprovechó ese instante para perderse en el bosque, donde siendo de noche sabía que nunca le encontrarían. Siguió corriendo un rato más hasta que perdió el sonido de al ciudad, oyendo solo el susurrar de los árboles, entonces empezó a caminar más tranquilamente. Él quería entender por qué se había sentido así, sabía que AMABA a su madre y no lo dudaba ni un momento a lo largo de su vida, y aún así se sentía tremendamente culpable por haberla gritado, y peor aún, por haberla herido de esa manera. Entonces se echó a llorar. Lloró en silencio, pues aunque nadie le iba a escuchar no se sentía con fuerzas para gritar. Lloró solo, y eso es una de las peores cosas que le puede pasar a alguien que llora por amor, aunque sea hacia una madre. Y lloró desconsoladamente, fruto de los acontecimientos, fruto de sus hormonas, quién sabe. Lloró y lloró hasta que solo sollozó y se volvió a incorporar. Refrescaba y aunque se sabía el camino de regreso de memoria, quería ir un poco más allá. Llegó a un claro, donde miró al cielo y vio algo que le sorprendió. Luna llena. Inconscientemente pulsó un botón de su reloj, dónde se iluminó la hora: las 2:30 am. Sabía que había estado llorando, pero no se imaginaba que lo hubiese estado haciendo casi cuatro horas. Entonces decidió quedarse allí, a esperar a su "cita". Tal y como se encontraba ese momento lo que más necesitaba era olvidar, y olvidar era fácil cuando te envolvía la magia. Así fue como un Henry arrepentido y destrozado por dentro que deseaba olvidar durante unos instantes, esperó una vez más a la magia.
***
La clase de magia que envolvía a un Hijo de la luna cada plenilunio era la más poderosa que jamás existiría, creadora de todo. Esta tomaba innumerables formas y se exponía en contadas ocasiones. Solo lo hacía frente a almas puras. Era cuestión de seguridad: no se podía mezclar lo más poderoso, la base de todo, con cualquier cosa que pudiese desestabilizarlo, creando un caos de inimaginables dimensiones. No existía nada tan puro en ese mundo como el alma de un Hijo de la luna. Salvo, claro está, el alma de un niño. ¿Pero qué pasaría si ese alma albergase una semilla de culpa, o de arrepentimiento? Nunca había ocurrido, y más le valía a todos los seres rezar para que nunca ocurriese, pues esa conexión nos afectaría a todos y cada uno de nosotros.

sábado, 13 de abril de 2013

El sueño de Iván [Reseña]

Buenas. Aquí estoy otra vez para repetirme lo de "nunca digas nunca". Vengo de ver una película que hablando en plata jamás pensé que vería... Por segunda vez. En dos días. Y puede que no sea la mejor película que he visto, es cierto pues he visto decenas de superproducciones como Avatar, Harry Potter. Vale, no es la mejor, pero si que puedo decir que es la que más me ha gustado (solo superada por The Matrix, a quién quiero engañar). Es irónico una vez más lo que me sorprende Twitter. Un twittero pasó el link y yo pensaba pasar de él. Que sí, saldría Óscar Casas y Carla Campra, que son los p**** amos, pero a mí el fútbol nunca me ha llamado, me aburre en exceso. Hasta ahora. Es que no entiendo todavía como una película que hace año y medio habría tachado de peñazo (temática fútbol + producción española) me haya vuelto a callar la boca como ya lo han hecho muchas otras este último año. Y sí, me ha emocionado como casi ninguna. No voy a decir que me hizo llorar porque os estaría mintiendo. Yo solo he llorado delante de una pantalla dos veces, y a cuál más absurda. Pero esa sensación que recorre mi cuerpo cuando todo el estadio se levanta frente a la injusticia, o cuando todos secundan a la madre de Iván al grito de: ¡CAMPEONES! Os va a parecer una tontería, pero he empezado a entender que es sentir el fútbol de verdad. Esto suena a cliché, lo sé, pero si leéis mi blog sabéis perfectamente que las metáforas las dejo para mis relatos, y os aseguro que esa sensación de emoción era una sensación física. La sentí la primera vez (ayer) y la vuelvo a sentir con más intensidad la segunda (hoy).
Creo que las películas que he visto más de una vez no llegan a 25, entre ellas están todas las de Harry Potter y unas cuantas de Pokémon, Avatar, las tres de Matrix y ahora El Sueño de Iván. Así que escribo esto para intentar desentrañar el porqué de esta sensación que me produce una película que en un principio no me iba a aportar nada.









Creo que no es un motivo, sino dos: el argumento y los actores

El chico de 11 años que cumple su sueño durante hora y media de largometraje está muy visto. Ya le añades un ambiente futbolístico y ganas potenciales fans y pierdes gente a la que no nos interesa el fútbol. Si además le pones un par de historias de amor paralelas, una de ellas del propio niño pues gustas al público empalagoso. Si lo mezclas todo con una base de humor, y le añades un potricidio y unos guardaespaldas rusos al antagonista (si habéis visto la película me entenderéis) pues consigues un cóctel para toda la familia en que todos se lo pasarán bien. El lugar con su ambiente, no habría salido igual si hubiese sido en Soria, para que me entendáis. El hecho de no darle importancia al fútbol en sí, que yo recuerde no habla apenas con vocabulario técnico, y no hay escenas muy largas de fútbol a pelo. Desde mi punto de vista solo hay un par de cosas que no me han terminado de gustar, y que las voy a poner porque nada es perfecto, ni siquiera esta peliculaza: lo primero que me chocó fue la cámara, hay algunos planos que son muy novela latinoamericana. Puede que esa fuese precisamente la intención del director, pero no me termina de cuadrar porque es en momentos puntuales en los que te echan un primer plano a base de un zoom fugaz haciendo que parezca que a Torres le ha robado treinta cabezas de ganado el primo de Rosario Avieiro. No sé si me explico, es la sensación que me daban, eso y que aborrezco esas telenovelas :) . Y lo segundo sí que es una soberana tontería que me ponía de los nervios, y es en el partido final los puñeteros planos de las gradas. Que sí, serán seis segundos, pero si tengo los nervios a flor de piel y ya me has enseñado las gradas quince veces, ¡no lo necesito una dieciseisava vez! Esto último es completamente subjetivo, pero es que si no lo decía reviento. Luego obviamente hay algunos pequeños fallos, de los que me he percatado en la segunda vez que la he visto, pero los fallos no son culpa de nadie, así que mejor no hablar de ellos.
Entonces un argumento anti-yo, con un ambiente anti-yo, y un todo anti-yo se convirtió en una de mis películas preferidas. Y esto es así gracias a este motivo y otro aún más importantes

Fergus Riordan, Demián Bichir, Ana Claudia Talancón, Sebastián Rivera Ramiro Blas, Tomás Pozzi, Cristina Alcázar, David Lorente, Roberto Drago, Brendan Price, Fernando Tejero, Ernesto Alterio, Antonio Resines. Y muchos más que no he puesto. Sí, lo habéis adivinado, los actores. Estos chicos y chicas que hacen fácil que te guste esta película. Fernando Tejero soportando al cansino de Fernando Alterio (fúúúútbol) nos hace una divertida narración de lo que va pasando a nivel oficial. Ramiro Blas y Tomás Pozzi, no se me ocurriría un mejor equipo técnico. Los antagonistas a mayor o menor escala Brendan Price, Roberto Drago (este actor me tiene ganado desde hace muchos años). Una familia como Cristina Alcázar y David Llorente, o un súper abuelo como Antonio Resines que me ha tenido en tensión toda la película pensando que era un sueño (un chistecillo que si lo entiendes es porque has estado enganchado a la Tv los últimos años).
Especial mención para el segundo mejor romance de la película entre Demián Bichir y Ana Claudia Talancón, aunque al final ni se casasen ni ná' de ná'...
Y especial mención a la periodista de cuyo nombre no soy capaz de acordarme de acento francés que cierra la película en la penúltima escena de esta.
Y dejo para el final a las cuatro razones por las que adoro aún más la película. Sebastián Rivera, Hugo, como Hugo Sanchez. Dando consejo sobre qué debemos hacer y qué no debemos hacer los guachupines con la chava (o la vecina). El arte corre por sus venas, y apoyo de Iván, un actor idóneo para un papel como ese, esa es la definición. Fergus Riordan. Si hay algo más difícil que hacer bien "de bueno", es hacer bien "de malo". A lo largo de la primera vez que vi la película me dieron ganas de darle tres collejones bien dados, y causar eso es aún más difícil que causar ternura. Olé Morenilla, aunque te partía la cara si te pusieses así con Paula delante mía, a tus pies chaval. (Qué brote de violencia, para que veáis lo que me cabreó lo bien que lo hace el tío). No veáis lo que me alegro de que haya seguido filmando, tengo que verle en la secuela de Ghost Rider.
                                   
Y (redoble de tambores)... Chapeau. Tras ver la actuación de Óscar no sé si hacerle un monumento, postrarme a sus pies, secuestrarle para que no sea tan bueno... Tanta envidia no puede ser buena. Con 11/12 años ha protagonizado una película en la que es sublime. Quiero decir, no se si será porque tenía esa edad que le añadía ternura, o por obra del espíritu santo, pero si eso no es talento que venga Dios (Maradona) y lo vea. Lo tiene todo: esa forma de decir súper-capullo, esa manera de mirar a Paula al principio de la película (¡ESA MANERA DE MIRAR A PAULA AL PRINCIPIO DE LA PELÍCULA!), al hablar de él no hago la distinción de Óscar-Iván, y esa fusión, ese realismo solo la consiguen los que de verdad valen. Olé Iván, olé Óscar una vez más, olé a tus padre que les tenemos que agradecer tu existencia a cada segundo. Eres lo mejor. Y con este párrafo también incluyo a Paula, que naturalmente sale bastante menos pero que esa forma de defender a Iván, de apoyar a Iván, de querer a Iván... Si consigues expresar eso con menos de 13 años, a saber la que se nos viene encima con tus proyectos futuros chica. Y por favor que alguien se atreva a decir que no disfruté con cada empujón que le dio a Morenilla, porque iré a ese alguien y sufrirá las consecuencias. Carla, MOLAS.

elséptimoarte.net
Y así concluyo mi ataque de subjetividad, escupiendo de alguna manera esto que llevaba tan dentro. Solo decir dos cosas más, que hace mil años que no me compraba una película original, o la veo en el cine o me la prestaba algún familiar o amigo. Y estoy esperando a salir de casa para comprarme el DVD con "El Sueño de Iván". Y como segunda cosa, más les vale a Carla, Óscar y Fergus encontrar un ratito libre para firmarme esta joya que me voy a comprar en cuanto le eche el ojo. Dicho queda.

Nos leemos, y espero vuestras opiniones
ECartelera.com

miércoles, 10 de abril de 2013

Culpa (Secreto de 2 II) [FanFiction] [Relato]


Ese día Henry se había despertado inquieto. No sabía por qué, pero algo pasaba. Su familia había salido dos días de Storybrooke para solucionar una cosilla y hoy regresaban a la hora de cenar. Le habían dejado a cargo de todo y el estaba demostrando lo responsable que era. Desayunó como siempre en La Abuelita, llegó a clase tres minutos antes de que comenzase, se sentó en su pupitre y sacó los libros. Este prometía ser otro lunes fantásticamente aburrido. No entendía por qué tenía que seguir yendo a clase, sus abuelos eran reyes por un lado y brujo superpoderoso por otro. Si no llega a ser por el nunca se habrían acordado de quiénes eran y habrían sido atrapados por la maldición, y en agradecimiento, ¿qué hacían? Le condenaban a madrugar día sí día también para ir a la escuela. Era injusto. En estos pensamientos se encontraba mientras las horas pasaban. De vez en cuando anotaba algo en el cuaderno para que pareciese que estaba prestando atención a la última clase. Unos minutos antes de que sonase el timbre, de repente Henry saltó de la silla y exclamó:
-¡¡La bañera!!
Acto seguido salió disparado de clase dejando a la profesora con la palabra en la boca y temiendo el estropicio que encontraría. Ya entendía por qué se sentía inquieto. El día anterior por la noche había decidido darse un baño y encendió el grifo. Después se entretuvo con su libro y se le olvidó por completo. El baño estaba arriba y el estaba durmiendo abajo en la cama de sus abuelos, así que no se le ocurrió volver a subir.
Que no sea grave, que no sea grave, que no sea grave... Se decía mientras abría a una velocidad endemoniada la puerta. Cerró de un portazo. Subió las escaleras de tres en tres y empujó la puerta del baño esperando encontrarse con todo el estropicio...
Nada. Las toallas perfectamente dobladas, el grifo completamente cerrado, el suelo seco. Hizo memoria y, efectivamente, había dejado el grifo de la bañera abierto dos minutos antes de combatir al puñetero dragón que había raptado a su libro... En el sueño. Henry comprendió que los sueños, sueños son, y que ese gran despiste fuese solo un sueño le había salvado la vida. Entonces analizó la situación: había salido de clase como un rayo para ir a cerrar el grifo que había abierto en un sueño. no sabía si reír, llorar, o sentirse culpable por no distinguir la realidad, aunque finalmente su subconsciente se decantó por lo primero. Empezó a reír a carcajadas, rió y rió como llevaba tiempo sin hacerlo. Y tanto reír cansa, y el chico había estado hasta muy tarde con el libro anoche, por lo que empezaba a acumularse un sueño que le estaba amodorrando peligrosamente. Entonces al intentar incorporarse, de un resbalón acabó dentro de la bañera, donde siguió riendo como si no hubiera mañana, y rió hasta que el sueño le venció. Y 6 horas después entraba por la puerta su madre, que lo que menos se esperaba era ver a su hijo despanzurrado en la bañera durmiendo plácidamente con el dedo pulgar en la boca. Bien es cierto que tras ocho horas de viaje nadie tiene un humor espléndido, y menos cuando llegas a tu casa y te encuentras la puerta abierta de par en par y el sobre donde estaba el dinero de la compra del mes desaparecido. Esa fue probablemente la principal causa de su reacción:
-HENRY, SAL AHORA MISMO DE AHÍ!-gritaba Emma mientras le asestaba un pescozón.
Henry se incorporó alarmado y desorientado, sin saber muy bien quién gritaba tanto y por qué lo hacía.
-HENRY, ESPABILA, ¡y dime dónde está!
-¿Dónde está qué, mamá? -decía Henry, que empezaba a situarse un poco.
-NO ME HACE NINGUNA GRACIA HENRY, ¡¡DÓNDE ESTÁ EL MALDITO SOBRE DEL DINERO!!-ladró Emma.
-Pues donde siempre, yo no lo he tocado mam...
-¡¿ME ESTÁS LLAMANDO TONTA?! Llego a mí casa, me encuentro la puerta abierta y faltan $300, Henry, no se supone que podíamos confiar en ti?
Henry estaba asustado, su madre nunca se había puesto así con él. Pero también estaba enfadado, MUY enfadado porque su madre dudaba de su palabra, cuando él era el primero que no la había mentido nunca, pues bien sabía el daño que hacen las mentiras. No comprendía que su madre venía destrozada del viaje, y que se había peleado con sus padres por una tontería, y estaba muy dolida. Pero Emma no comprendía que estaba ofendiendo a su hijo, y que el dinero lo había guardado Mary Margaret al salir en el cajón para que no quedase a la vista. Y la puerta no estaba abierta porque sí, sino porque la profesora de Henry había avisado a Ruby por el extraño comportamiento de Henry (pues era a ella a quien debía llamar si ocurría algo), y esta había ido al apartamento a ver que pasaba con la copia de las llaves que tenía. Al abrir recibió una llamada urgente y se dejó la puerta abierta, puerta que el viento terminó de abrir de par en par.

Y en una nube de mentiras y malentendidos su madre le había puesto la mano encima. Era solo un pescozón, lo sabía, pero le había dolido como si le hubiese pegado un flechazo en la cabeza. Su madre le había dado y él no había hecho nada, salvo quizá quedarse dormido en la bañera. Y su madre gritaba cada vez más y él dejó de escuchar mientras los ojos se le inundaban. Una bola negra y oscura golpeaba su estómago a medida que crecía y crecía. El abría y cerraba los puños mientras las primeras lágrimas le salpicaban la cara. A medida que pasaba el tiempo esa bola se hacía más grande, y aunque él contenía la respiración y apretaba aún más los puños para intentar pararlo, de repente salió disparada hacia su boca obligándole a gritar:
-¡¡CÁLLATE YA!!
Según lo dijo se arrepintió. Sabía que no debía comportarse así, y sabía que había gritado a su madre, nunca lo había hecho. Y le dolió aún más que en vez de seguir chillándole, o darle otro pescozón (lo habría preferido mil veces) se quedó callada. En apenas una fracción de segundo una corriente de nuevos sentimientos les rodeaba. Y no eran buenos precisamente. Eran sentimientos falsos que en verdad ninguno de los dos sentían, sentimientos que se habían apoderado de ellos fruto del cansancio y de la discusión anterior. Sentimientos que ambos sabían que no debían tener, haciendo aflorar otros sentimientos. Culpa. Y todo ello formó un muro entre ellos. Una pared de humo, pero al fin y al cabo un muro. Y como si les hubieran apaleado los dos empezaron a sentir un dolor indescriptible que recorría todo su cuerpo, cada uno a su manera. Y así se quedaron, Emma apoyada en la puerta, Henry tumbado en la cama, llorando como nunca antes lo habían hecho. El destino es caprichoso, y aunque los dos estaban a punto de girarse al unísono y abrazarse, justo Mary Margaret entró con las maletas exclamando:
-Por cierto Emma, coge dinero del sobre que guardé en el segundo cajón del armarito y vete a por unas hamburguesas, que hay hambre y es tard...¿Emma, estás bien? ¿Le ha pasado algo a Henry?


Entonces Henry escuchó, y descubrió el paradero del sobre, y gritó de rabia, saltando de la cama y escapándose por la puerta ante la atenta mirada de una Mary Margaret Sorprendida y un David cargado de bolsas. David comprendió que algo no marchaba bien. Aunque era el que menos lo mostraba sentía un afecto especial por aquel niño, su nieto, el que le había reunido con su familia, y que formaba parte de ella. Así que sin pensárselo dos veces soltó todos los bultos y salió corriendo detrás de él. Pero pudo más la rabia de Henry, y cuando David le tenía a un palmo el chico cruzó la carretera un segundo antes de hacerlo un camión, dejando a su abuelo al otro lado del arcén. Aprovechó ese instante para perderse en el bosque, donde siendo de noche sabía que nunca le encontrarían. Siguió corriendo un rato más hasta que perdió el sonido de al ciudad, oyendo solo el susurrar de los árboles, entonces empezó a caminar más tranquilamente. Él quería entender por qué se había sentido así, sabía que AMABA a su madre y no lo dudaba ni un momento a lo largo de su vida, y aún así se sentía tremendamente culpable por haberla gritado, y peor aún, por haberla herido de esa manera. Entonces se echó a llorar. Lloró en silencio, pues aunque nadie le iba a escuchar no se sentía con fuerzas para gritar. Lloró solo, y eso es una de las peores cosas que le puede pasar a alguien que llora por amor, aunque sea hacia una madre. Y lloró desconsoladamente, fruto de los acontecimientos, fruto de sus hormonas, quién sabe. Lloró y lloró hasta que solo sollozó y se volvió a incorporar. Refrescaba y aunque se sabía el camino de regreso de memoria, quería ir un poco más allá. Llegó a un claro, donde miró al cielo y vio algo que le sorprendió. Luna llena. Inconscientemente pulsó un botón de su reloj, dónde se iluminó la hora: las 2:30 am. Sabía que había estado llorando, pero no se imaginaba que lo hubiese estado haciendo casi cuatro horas. Entonces decidió quedarse allí, a esperar a su "cita". Tal y como se encontraba ese momento lo que más necesitaba era olvidar, y olvidar era fácil cuando te envolvía la magia. Así fue como un Henry arrepentido y destrozado por dentro que deseaba olvidar durante unos instantes, esperó una vez más a la magia.
***
La clase de magia que envolvía a un Hijo de la luna cada plenilunio era la más poderosa que jamás existiría, creadora de todo. Esta tomaba innumerables formas y se exponía en contadas ocasiones. Solo lo hacía frente a almas puras. Era cuestión de seguridad: no se podía mezclar lo más poderoso, la base de todo, con cualquier cosa que pudiese desestabilizarlo, creando un caos de inimaginables dimensiones. No existía nada tan puro en ese mundo como el alma de un Hijo de la luna. Salvo, claro está, el alma de un niño. ¿Pero qué pasaría si ese alma albergase una semilla de culpa, o de arrepentimiento? Nunca había ocurrido, y más le valía a todos los seres rezar para que nunca ocurriese, pues esa conexión nos afectaría a todos y cada uno de nosotros.