viernes, 31 de enero de 2014

Yo ante un examen [Monólogo interior]

Muy buenas madrugadas. Aquí os dejo unas líneas en las qué he intentado escribir un monólogo interior, a ver si le cojo el gustillo y me animo a escribir alguno más divertido... 

Yo ante un examen

Parecía que el momento no llegaría nunca y aquí estoy, viendo cómo la tutora coge el montón de exámenes que tiene que repartir. Se ríe. Me pregunto si es porque, al ver las preguntas y conociendo nuestros métodos de estudio, no estudio más bien; sabe que estamos perdidos. O a lo mejor solo se ríe porque disfruta viéndonos estresarnos desde las nueve y cuarto de la mañana. Vaya una sonrisa, qué forma de ponernos nerviosos con tan poco: una pequeña risa. Risas como las que nos echaremos los últimos segundos del examen, cuando se oiga  a la profe aproximarse sin ninguna clase de piedad para recoger los exámenes y los últimos, entre los que me encontraré, escribamos como si nos fuese la vida en ello. Nueve y veintiséis, lo que hace que tengamos que entregar el examen aproximadamente a las diez y cincuenta y seis con tres décimas, todos conocemos la exactitud con la vive la profe de física… Aunque parece que empezaré a y veintiocho, ha empezado a repartir por la otra esquina de la clase y con los exámenes del revés. Siempre me pregunto por qué la gente no dedica esos preciosos segundos para apuntar en las hojas las odiosas fórmulas del diablo, no hay persona humana que pueda con todas. Si hay alguien capaz de recordarlo todo, que me explique qué clase de mecanismo secreto controla su cerebro. Ni Johnny Mnemonic... Pero no, la gente prefiera mirar a trasluz de la hoja para ver si son capaces de vislumbrar algo. Es mucho más útil intentar ver algo dos segundos antes que el resto, algo que vas a tener delante durante la próxima hora y media; mucho más útil que copiar las odiosas fórmulas. Energía. Potencia. Velocidad, como la que voy a necesitar si quiero acabar este examen un día de estos. A ver si se da vidilla la profe, que parece que está disfrutando de nuestra agonía repartiendo tediosamente cada hoja. Qué forma más mal disimulada de hacernos sufrir, si es que le falta cuadrar perfectamente cada hoja con cada mesa, con tal de perder aún más el tiempo… Alea iacta est. Cada segundo que pasa una fórmula huye de mi mente para dejar espacio a los nervios y al odio que le estoy cogiendo a la profesora. Por lo menos sé que la cabeza no me va a explotar; que esta mañana, cuando daba un último repaso mientras desayunaba, casi muerdo los apuntes y me estudio las galletas. Entonces creía que la cabeza me explotaría. Ahora, que tengo la sensación de cada vez saber menos; no lo hará. Aunque me pregunto si la profe lo hará: nos pondrá una pregunta del último punto que estudiamos en el último instante de la última clase, sabiendo que será nuestra perdición. Así no hay quien se concentre, a este paso va a calcular la energía cinética mi estimada amiga la tutora. Ya solo quedan cuatro personas para que deje el maldito examen en mi mesa, y acabe la incertidumbre para que comience el juego. Esto es así, mi mente científica formada por neutrones, protones, y electrones que oscilan a una velocidad insospechada está a tope. Me pregunto qué estará pasando por la cabeza de la profe, y qué estaría pensando si supiera que le quedan dos segundos de vida, los dos que tarde en aproximarse a mi mesa y ser destruida. Madre mía, la película de ayer me ha trastornado un poco. Un poco más, mejor dicho. Ahora que deja caer el examen, la muy ingrata se atreve a decir que demos la vuelta a la hoja, la hoja que ni siquiera ha tocado mi mesa, todavía está en el aire precipitándose al vacío con una aceleración que sería uniforme de no ser por la constante fuerza de rozamiento que el aire ejerce sobre ella. Madre, qué clase de demencia estaré desarrollando para pensar tan absurdamente. Bueno, ya está, di la vuelta a la hoja, pregunta única. Antes de leerla, solo queda santiguarse aunque sea para pedir fortuna al gotelé del techo. Dichosas gotas de pintura que no tienen que hacer ningún examen… ¡Las fórmulas! Tengo que copiarlas antes de nada para no incurrir en el error de mis amigos los incautos… En casa tardé siete minutos en copiarlas todas, aquí he perdido nueve pero es normal por los nervios y porque no lo he repetido quince veces seguidas como ayer. Además, es pregunta única, parece que el tiempo no va a ser problema. A por la pregunta, cuatro líneaPERO QUÉ?! Esto debe ser una broma. Una maldita broma, una puñetera broma de mal gusto… “EXAMEN DE HISTORIA. Resuma con minuciosidad y aludiendo a ejemplos explicativos las principales causas sociales, políticas y económicas que llevaron al inicio de la IIIª Revolución Industrial, así como sus principales características, desarrollo y consecuencias que tuvo en la sociedad de finales del s.XX”. Noto como, sin quererlo, las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos. Los cierro un segundo antes de que la profe se dé cuenta, ya tengo bastante con saber que he suspendido el examen. Ojalá esto no estuviese ocurriendo, ojalá sea una pesadilla. No, definitivamente es una pesadilla, pero estoy despierto, ojalá, ojalá, ojalá por un momento nada de esto estuviese pasando. Ojalá…voy a abrir los ojos, creo que podré controlarme y la profe va a pensar que estoy durmi… NO. NO NO NO NO. NO PUEDE SER. ESTO NO PUEDE SER CIERTO. ¿¡ACASO ME HE VUELTO LOCO DEFINITIVAMENTE?!

Continuará...

1 comentario:

  1. Continuará... Rezaba el final, pero el quid de la cuestión está en el cuando

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